Vesna Zeta Mimiça

Las estrellas nacen con grandes temperaturas y son de color azul,  a medida que se enfrían cambian primero a blanco, después al amarillo que indica más frío que el blanco y finalmente a rojo, aún más frío y que apuntan a que se encuentran en la fase final de su vida. 

Sin embargo a efectos de la realidad cotidiana, del arte y la poesía,  asociamos los colores de manera diametralmente opuesta a lo que sucede en el universo, los rojos y amarillos resultan colores cálidos y el blanco y azul se definen como colores fríos.  A un fotógrafo profesional no le resultará extraño este fenómeno, ya que en grados Kelvin el azul es mil veces superior al rojo y el usará estas medidas para crear el efecto deseado de mayor o menor calidez en su obra.

Esta reflexión no me lleva a ninguna conclusión importante, solo me induce a pensar que todas las cosas están ligadas al devenir de nuestras percepciones, comparaciones y asociación de ideas y la posibilidad de imaginar que el color rojo sea el más frío de los colores y que en términos cósmicos y de temperatura significa cercanía a la muerte, en vez de la plenitud que le atribuimos, es ligeramente desconcertante…